El complejo programa que demandaba la familia en sus actividades diarias, unido a los estrictos condicionantes urbanísticos y la disposición de la parcela (que presenta un frente mayor a lo largo de la calle Cantábrico) supuso necesariamente proponer una vivienda que experimentase con la dimensión de los elementos de arquitectura. Ritmo, estructura, materialidad y funcionalidad se reúnen aquí para ofrecer una propuesta que revele sensaciones espaciales diferenciadas a las que nos han acostumbrado los últimos promotores modernos.
Debido a la incertidumbre de la composición formal de las parcelas colindantes, todavía sin construir, y la obligatoriedad de adosamiento en ambos testeros, se decide levantar dos volúmenes de 3,6 y 1,8 metros de ancho respectivamente en cada uno de los extremos de la parcela. Estos dos cuerpos se presentan como resultado de aplicar los condicionantes de altura, retranqueos y cubierta desde su máximo término. En el de menor anchura se ubica la cocina en planta baja, aseo y despensa en sótano y la sauna y armarios en el nivel superior.