El acceso, desde la nueva ampliación, no presenta ningún ámbito a cubierto en el que poder realizar la espera de duelo a la llegada de los restos mortales; una puerta a modo de cancela, un muro perimetral de sillares de granito irregulares que separa el interior del exterior y dos cipreses colocados de manera simétrica son los tres elementos preexistentes.
Con la propuesta, además de responder a la necesidad de ubicar veintiún columbarios, se ofrece una zona a cubierto que marca el acceso y un lugar de espera, a modo de refugio en caso de lluvia, nieve o sol excesivo.
Se ejecuta un volumen de hormigón blanco encofrado a tablilla sobre el muro de granito que arranca desde el interior y sobresale al exterior a modo de pérgola, ubicando la primera fila de 7 columbarios. Desde el acceso, los llenos y vacíos sobre la estructura de la pérgola a través de un sistema de vigas que compensan su vuelo permite un juego de luces y sombras. El volumen de hormigón se separa en el apoyo del muro, en el plano horizontal, permitiendo incorporar una línea de luz delgada horizontal que ilumina el acceso durante la noche.