El antiguo Hotel Simba se sitúa entre un paisaje de naranjos y la fábrica de Colorker. Un escaparate en la carretera N-340 que debe aprovechar su fuerte presencia como imagen renovada de la marca.
Como primera aproximación, es necesario borrar de la retina el Hotel Simba como edificio de referencia. Que desaparezca del vocabulario. Y para ello debemos pensar en una nueva imagen del edificio que no sólo ofrezca una relectura como hito en el paisaje, sino que además consiga mejorar la eficiencia energética del conjunto construido.
En segundo lugar, es necesario cercar la superficie de afección del edificio,
contener las trazas del lugar en un espacio donde se produzcan nuevas relaciones entre el interior y el exterior. Conseguiremos reducir las tareas de mantenimiento de la urbanización además de proponer un segundo recinto de almacenaje y aparcamiento secundario. La cerca tradicional a partir de una junta en seco complementará a los naranjos que se intuirán tras ella y el volumen del edificio superior emergerá de forma abstracta a través de la celosía cerámica propuesta.